jueves, 18 de diciembre de 2014

Saboteur (Sabotaje, Saboteador) – 1942

Argumento: Barry Kane (Robert Cummings), un joven empleado de una fábrica de aviones, es acusado de un acto de sabotaje que causa la muerte de su amigo. Perseguido por la policía, decide encontrar al hombre que causó el estrago, Fry (Norman Lloyd) para lo cual emprende una carrera a través de Estados Unidos.-

Saboteur bien puede ser considerada como una remake hollywoodense de Treinta y nueve escalones, película con la que guarda muchas similitudes. Aquí también tenemos por héroe a un hombre común acusado de un crimen que no cometió, perseguido por la policía y por los villanos, desplazándose a través del país, conociendo a otros personajes que intentarán ya sea ayudarlo o delatarlo y ganando además el corazón de una joven. Sin embargo, encontraremos aquí temas “nuevos”, que no estaban presentes en su predecesora, además de una mayor estilización visual.-

Los títulos de la película anuncian no sólo el tono sino también el tema (amén de que Saboteur sea un título más que explícito) y el contexto del ataque de los conspiradores: la sombra de un hombre se proyecta sobre la pared metálica de un taller mientras escuchamos una música dramática. Esta decisión de Mr. Hitchcock nos pone en situación inmediatamente, pero además logra mucho en cuanto a la estructura de la película. En efecto, la introducción es muy breve y en pocos minutos nos encontraremos en pleno desarrollo pero no sentimos que esto afecte la distribución del tiempo en la película, en parte gracias a la preparación que dan los títulos iniciales.-

Pasadas las primera escenas, que incluyen un espectacular incendio en la planta de fabricación de aviones y un momento íntimo en casa de la madre de Ken Mason (Virgil Summers), el amigo de Barry, Mr. Hitchcock vuelve a recurrir a la estructura “por episodios” que ya había utilizado en Treinta y nueve escalones. En mi opinión, con una historia tan sencilla en la que no sucede demasiado (tenemos un protagonista que es acusado de un crimen que no cometió, busca al culpable, lo encuentra y en el camino presumiblemente desbarata a una banda de conspiradores), fue un acierto trabajar con esta estructura. Los episodios que más se destacan en la parte media, por la riqueza de los personajes secundarios que intervienen en ellos, son los que transcurren en la cabaña en el bosque, perteneciente a Philip Martin (Vaughan Glaser), el tío de Pat (Priscilla Lane), y en la caravana del circo que da un aventón a la pareja.-

Es en la cabaña del Sr. Martin, justamente, en donde se introduce en forma expresa uno de los temas “nuevos” con relación a Treinta y nueve escalones: el del patriotismo. Pat y su tío discuten acerca de su deber como estadounidenses. ¿Deben entregar a Barry a las autoridades porque está acusado de un delito contra la Nación o deben ocultarlo en virtud de la presunción de inocencia, pilar de un Estado respetuoso de la Constitución?

Otro de los temas de la película es, como tantas veces en la obra de Mr. Hitchcock, el de las clases sociales y especialmente el de los excluidos. Barry descubre pronto en la película que no cuenta con el favor de las autoridades, simplemente porque pertenece a la clase trabajadora. La policía se muestra siempre mejor predispuesta a escuchar las razones del Sr. Tobin (Otto Kruger), el respetable y acaudalado dueño del rancho al cual Barry llega en busca de Fry, que las de nuestro protagonista (algo similar ya le había sucedido a Richard Hannay en Treinta y nueve escalones en su intento por denunciar al Profesor Jordan). Más adelante, cuando se encuentra cautivo junto con Pat en la mansión de la Sra. Sutton (Alma Kruger) intenta recurrir a los invitados a la fiesta que se desarrolla en el salón principal, sin embargo no logra su atención porque no se encuentra convenientemente vestido. Así, nuestros protagonistas parecen afrontar mayores peligros cuando están ante una multitud de extraños que estando a solas con los villanos… La situación tampoco parece mejorar entre los propios desfavorecidos: cuando Barry y Pat suben a la caravana del circo encuentran que los artistas no logran unificar su postura. Aquí la discusión se centra en decidir si, siendo miembros excluidos de la sociedad, deberían entregar a los fugitivos para evitar mayores problemas con las autoridades o si por el contrario deberían hacer causa común con ellos y protegerlos. La votación por una u otra postura arroja un resultado muy apretado, lo cual evidencia que Mr. Hitchcock no creía que la cuestión fuera tan simple de resolver. Al año siguiente, el director volvería sobre este punto en Lifeboat (Náufragos), planteándolo en términos mucho más decisivos.-

Al igual que en Treinta y nueve escalones, en la cual la organización criminal era dirigida por el Profesor Jordan, un ciudadano en apariencia ejemplar, en Saboteur los conspiradores se encuentran mezclados con la sociedad e incluso ocupan posiciones prominentes. Parece depender de los habitantes comunes, tales como Barry y Pat, el unirse para combatirlos. Este es otro aspecto que Mr. Hitchcock se preocupa por resaltar en esta película y nos recuerda el contexto histórico en el cual fue filmada.-

Finalmente, como en casi todas las películas de Mr. Hitchcock, en Saboteur aparece la cuestión de la confianza como base de la relación amorosa. Pat avanza y retrocede en su proceso respecto de Barry y por ello intenta delatarlo dos veces. Sólo se convence de su inocencia cuando escucha de boca de los propios villanos la confirmación de que Barry no es uno de ellos. A partir de entonces jugará un papel esencial en la búsqueda de Fry que Barry continúa hasta último momento (como todo buen Mac Guffin, Fry permanece oculto hasta el último acto de la película), y será ella quien finalmente lo retenga en la Estatua de la Libertad hasta que el héroe y los policías (¡por fin se han puesto del lado correcto!) lleguen. En la última toma de la película, además, será ella quien tome la mano de Barry para ayudarlo a ponerse a salvo luego de que Fry caiga al vacío.-

Visualmente esta película tiene algunos momentos destacables, tales como la escena del incendio en la fábrica de aeronaves, aquella toma subjetiva cuando Barry se esconde de sus perseguidores bajo el agua, el plano de la caravana del circo mientras es inspeccionada por la policía (se trata de una toma trucada para la cual Mr. Hitchcock se valió de objetos y actores en tres escalas diferentes) pero fundamentalmente la escena final en la que Fry y Barry penden de la antorcha de la Estatua de la Libertad. Para ella se replicó el brazo y la antorcha de la estatua a escala natural, además de recurrirse a una toma trucada para el momento en que Fry cae al vacío.-

Y hablando de esta última escena, debo referirme al libro de François Truffaut, “El cine según Hitchcock”: el director consideraba que fue un error poner en peligro al villano, diciendo que debió haber sido el héroe quien estuviera a punto de caer para lograr mayor participación del público. Aquí discrepo con nuestro director: no sólo coincido con Monsieur Truffaut en que el momento es tan intenso que aún así tememos por la caída sino que además creo que involuntariamente Mr. Hitchcock logra aquello que tantas veces nos hizo sentir como espectadores, y es el deseo de que los planes del villano se cumplan. Ya he mencionado esto en el comentario a Secret agent, y es que Mr. Hitchcock disfrutaba poniendo al espectador del lado del villano para generarle una crisis de conciencia. En este caso, sabemos que Fry es una persona terrible, que además de causar el incendio inicial matando al amigo de Barry, desencadenó las desventuras del héroe y es responsable por la muerte de un inocente durante la proyección de una película (¡gran escena!, ¿no les recuerda a una similar en “Misterioso asesinato en Manhattan”, de Woody Allen?), pero aún así sentimos pena y miedo por él al verlo en peligro. Dicho sea de paso, algo similar sucede en la escena en la cual Barry y Pat están atrapados con los conspiradores en la biblioteca: Barry parece muy seguro de sí mismo mientras que los villanos se muestran como un grupo tan vulnerable que provoca lástima…

En cuanto a las actuaciones, Robert Cummings y Priscilla Lane ciertamente no son los mejores protagonistas que Mr. Hitchcock pudo tener, pero están bastante bien en sus personajes. Quienes sí se destacan son los actores secundarios: la compañía circense, encabezada por Pedro de Córdoba; Alan Baxter en el rol de Freeman, el villano que se explaya sobre su “idiosincrasia” ante Barry; Norman Lloyd, por supuesto, como Fry; Murray Alper en el rol del transportista cuya esposa va demasiado a los cines; e incluso Belle Mitchell como la siniestra ama de llaves que esconde un arma en su monedero; todos ellos dejan una impresión duradera en el espectador.-

El cameo de Mr. Hitchcock en Saboteur es apenas perceptible. El director puede ser visto en el fondo de la escena en la cual Barry y sus captores bajan del automóvil en Nueva York y entran en una tienda cuya parte trasera se conecta con la mansión de la Sra. Sutton.-


Saboteur fue editada en DVD en Argentina como parte de una excelente colección llamada “Colección Hitchcock” (otros títulos disponibles, editados en forma individual, son Shadow of a doubt – La sombra de una duda – Rope – La soga – Rear window – La ventana indiscreta – y Vertigo – Vértigo – entre otros). La calidad de imagen y sonido es perfecta, los subtítulos excelentes y, como cada título de la colección, viene con un documental muy interesante dirigido por Laurent Bouzereau, con subtítulos en español.-